De camino a la aventura de Indonesia, era la excusa perfecta para hacer una parada en Dubai, ciudad a la que sólo había estado en el aeropuerto, y visitar a viejos amigos de hace años y contar batallitas de Singapur.

La ciudad en sí me pareció bastante artificial como tenía la impresión. Incluso la parte vieja de la ciudad parece un decorado de película.

Marc, jefe de cocina del restaurante Salero, hizo de guía y fuimos visitando un par de zocos típicos: el de oro y de las especias; la parte antigua y la zona alrededor del Burj Khalifa y Dubai Mall, donde descubrí que había un acuario gigante en medio del centro comercial.

Por la tarde nos dirigimos al hotel Atlantis The Royal, o Royal Atlantis no se como pronunciarlo, en una de esas famosas ‘palmeras’ construídas sobre el agua llenas de hoteles de lujo y villas privadas.

Mitad habitaciones (795) de mucho nivel, mitad villas privadas. Boutiques y tiendas de marcas de lujo por todo el lobby, una discoteca donde se puede comer, un club privado en colaboración con Dolce & Gabbana y una concentración seria de gastronomía: Gastón Acurio, Heston Blumenthal, Jose Andrés, Costas Spidialis, Nobu…hasta 17 restaurantes, uno de ellos con acuario incluído, lo que diríamos en España ‘a ver quien la tiene más grande’ en concepto de construír hoteles.

El premio se lo lleva Gastronomy, el restaurante-base del hotel donde se ofrecen a diario los desayunos y, a partir de las 6 pm, las cenas. Una media de 2200 pax por día, arriba o abajo, con un equipo de más de 250 personas entre sala y cocina. A cargo, el sheriff, Ruben que me explica desde como se organizan el día a día, como funcionan las estaciones de cocina, la jerarquía en el equipo, los controles de previsión y coste en comida… una animalada de operación desde dentro, o para personas del gremio, pero que desde fuera sólo se resume en servicio y excelencia.

Aunque el montaje y los items son distintos entre desayuno y cena, sólo pudimos ver el servicio de cenas y disfrutar de ella asi que hice un montón de fotos para compartir.

Y tras el homenaje, unos gin tonics y unas cuantas risas y batallitas, vuelta al aeropuerto donde cogía el vuelo a Bali desde donde escribo. Volveremos a Dubai algún día, gracias por todo amigos

Porque la vida puede ser maravillosa

Andrés Montes (1955 – 2009)