Y es que las cocinas, son para gente fuerte, y con las tripas bien puestas, que soporten los gritos con la misma abnegación que las quemaduras, que no sufra por los calambres en las piernas y el punzante dolor de espalda, que no se deje amedrentar por el calor sahariano…
Y que mantenga la concentración cuando todo se le viene encima, que no vacile, que no llore, que no pregunte. Las cocinas son para gente entregada, para los que piensan que no existe nada más en el mundo que su pequeño espacio frente a los fogones…
Es para los que saben tomar decisiones rápidas que puedan mantener su trabajo milimétrico después de 4 horas de constante servicio. El que sobrevive a ésto queda listo para ser artillero en plena guerra, piloto de fórmula 1, asistente de un deschavetado alquimista medieval, o un simple cocinero…
Anónimo


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